miércoles, 30 de julio de 2008

Jugando al amor


Jugamos a querernos,
a darnos besos a escondidas.
"Tú ya tienes quien te los dé", me dijiste.
Yo era la princesa de tu cuento
que resultó ser como una rosa,
bello mientras duró
y doloro como sus espinas cuando terminó.
Pero a las 12 de la noche,
como Cenicienta perdiendo su zapato,
acabó nuestro juego.
Ya no soy aquella niña
con la que jugaste a dañar su corazón.
Y aunque ya soy una mujer,
mi corazón te sigue perteneciendo,
porque la niña que llevo dentro te sigue amando.

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